Ristorante Fiorino D'oro, Florencia, Italia
Un desastre de sitio.
Fiorino D´Oro es un restaurante no muy grande, pero con bastantes veladores fuera. Es uno más de los que hay en la céntrica Piazza della Repubblica.
Maldigo la hora en la que decidí entrar en el Fiorino D'Oro, pero lo cierto es que, viendo la carta que tienen en el exterior, no me parecía caro y el menú era bastante variado.
El número de camareros parecía suficiente en relación a las mesas que había, pero, probablemente por incompetencia, la comida se sirvió con un retraso exagerado, una auténica barbaridad, hasta el punto de que pensamos en marcharnos. Y encima tampoco estaba bien cocinada. Pedimos pizza y pollo asado. La pizza tenía un pase, aunque no era tampoco para tirar cohetes, pero el pollo estaba bastante duro. Tanto que, al intertar trocearlo con el cuchillo, saltó algo de caldo manchándome bastante. Pensé que tendría fácil solución con un simple quitamanchas, pero no. Resulta que me dice el camarero que le acompañe, casi por señas, porque ninguno hablaba español. ¿Para qué? --pensé yo--. Pues, como no tenían quitamanchas, intentaron una solución casera que no funcionó: harina. A lo mejor es que en Italia no hay quitamanchas o son muy caros.
El camarero que nos sirvió ni siquiera tomó bien nota de lo que le pedimos, puesto que no sirvió a uno de los comensales. Al final tardó tanto en venir el plato, que los demás ya habían finalizado. Se escudó en el idioma, para decir que no nos había entendido bien, pero es cuestión de lógica que, si van tres personas a cenar y sólo piden dos, que al menos pregunte al tercero si quiere o no comer algo.
En cuanto al vino, fue un tinto de la casa y bastante vulgar.
Lo único medio decente fue la tarta de chocolate casera que pedí como postre.
En resumen, el servicio es increíblemente malo y lento, la comida no está bien servida y es sorprendentemente caro. ¿Y cómo puede ser eso si, según la carta, los precios eran más bien baratos? Pues porque utilizan el rastrero truco de cobrar las bebidas muy caras --una cerveza normal y corriente te cuesta 4 € y 1/4 de vino de la casa 5 €, precios muy por encima de lo habitual en Florencia--, además te cobran cada cubiero a 1,5 € y ya lo que es el colmo: te cobran el lamentable servicio --supongo que por ponerte en un velador-- a nada más y nada menos que 7,62 €.
En definitiva, que salí de alli convencidísimo que jamás volvería a aquel sitio.
Maldigo la hora en la que decidí entrar en el Fiorino D'Oro, pero lo cierto es que, viendo la carta que tienen en el exterior, no me parecía caro y el menú era bastante variado.
El número de camareros parecía suficiente en relación a las mesas que había, pero, probablemente por incompetencia, la comida se sirvió con un retraso exagerado, una auténica barbaridad, hasta el punto de que pensamos en marcharnos. Y encima tampoco estaba bien cocinada. Pedimos pizza y pollo asado. La pizza tenía un pase, aunque no era tampoco para tirar cohetes, pero el pollo estaba bastante duro. Tanto que, al intertar trocearlo con el cuchillo, saltó algo de caldo manchándome bastante. Pensé que tendría fácil solución con un simple quitamanchas, pero no. Resulta que me dice el camarero que le acompañe, casi por señas, porque ninguno hablaba español. ¿Para qué? --pensé yo--. Pues, como no tenían quitamanchas, intentaron una solución casera que no funcionó: harina. A lo mejor es que en Italia no hay quitamanchas o son muy caros.
El camarero que nos sirvió ni siquiera tomó bien nota de lo que le pedimos, puesto que no sirvió a uno de los comensales. Al final tardó tanto en venir el plato, que los demás ya habían finalizado. Se escudó en el idioma, para decir que no nos había entendido bien, pero es cuestión de lógica que, si van tres personas a cenar y sólo piden dos, que al menos pregunte al tercero si quiere o no comer algo.
En cuanto al vino, fue un tinto de la casa y bastante vulgar.
Lo único medio decente fue la tarta de chocolate casera que pedí como postre.
En resumen, el servicio es increíblemente malo y lento, la comida no está bien servida y es sorprendentemente caro. ¿Y cómo puede ser eso si, según la carta, los precios eran más bien baratos? Pues porque utilizan el rastrero truco de cobrar las bebidas muy caras --una cerveza normal y corriente te cuesta 4 € y 1/4 de vino de la casa 5 €, precios muy por encima de lo habitual en Florencia--, además te cobran cada cubiero a 1,5 € y ya lo que es el colmo: te cobran el lamentable servicio --supongo que por ponerte en un velador-- a nada más y nada menos que 7,62 €.
En definitiva, que salí de alli convencidísimo que jamás volvería a aquel sitio.